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El laboratorio que siempre será de Murall

29-09-2008
A. RUBIERA LA NUEVA ESPAÑA 28-09-2008 Una escuadra de granito, en ángulo perfecto de 90º, encarna desde ayer en el centro de FP de la Laboral el espíritu de un «maestro de maestros», como le llaman algunos, que el 1 de septiembre dejó atrás 45 años de docencia en la Universidad Laboral gijonesa. José Murall Vila, madrileño de nacimiento y asturiano por elección, participó ayer, emocionado y, sobre todo «muy orgulloso», en el acto de homenaje que le tributaron más de un centenar de personas, entre profesores en activo y jubilados, compañeros, colaboradores y alumnos en las instalaciones del Centro Integrado de FP de la Laboral. Algunos habían llegado de Barcelona, Santander o Madrid para cumplir con la cita. Y ese homenaje no podía ser más que, en justicia, reconocer la dedicación profesional, capacidad de trabajo excepcional, insaciable curiosidad dirigida hacia la fabricación mecánica y la contribución que, desde su laboratorio de Metrología, José Murall ha hecho a la historia industrial asturiana. Ese laboratorio, un centro neurálgico del conocimiento y la calidad tanto docente como fabricadora, desde ayer lleva el nombre de su autor y la escuadra de granito lo recordará a las futuras generaciones de estudiantes y maestros. «El Laboratorio de Metrología de la Universidad Laboral de Gijón es una obra personal, producto de 40 años de entrega, de José Murall. Otra cosa que no sea identificarlo con su nombre sería una injusticia escandalosa. Y no estamos ante una obra cualquiera. A este laboratorio le debe Asturias una parte importante de su evolución tecnológica. Este laboratorio ha formado a la mayoría de las personas que hicieron posible que la metrología se convirtiera en un arma imprescindible para la fabricación de calidad, para la mejora continua de los procesos. Por este laboratorio hemos pasado una ingente cantidad de alumnos, de profesores, de anónimos demandantes de solución o consejo: trabajadores, empresarios, estudiantes de los diferentes niveles, investigadores... Este laboratorio sólo es, porque Murall hizo que fuese. Y no puede llamarse de otra forma», sentenció Luis Fernández, uno de los que se reconocen como «privilegiado alumno y compañero», del recién jubilado. A Fernández le pudo la emoción cuando, en nombre de todo el colectivo, explicó el hondo sentido del acto y asumió que «a nosotros nos queda la enorme responsabilidad de conseguir que el laboratorio siga siendo al menos así, ahora que él sólo va a venir de visita». Luis Fernández se ganó el abrazo enorme de Murall Vila quien, de haber podido, habría repetido el gesto con cada uno de los que, en corro y sonriendo, le aplaudían. «Con este abrumador acto habéis conseguido hacerme sentir doblemente feliz», dijo el implicado. «Feliz por el afecto y cariño que me mostráis los compañeros y amigos, y por hacerme sentir lo que todo aquel que se dedica a la docencia más aprecia: el reconocimiento por parte de sus alumnos del trabajo realizado», les dijo José Murall. El docente, cumplidas sus bodas de oro con la Laboral ya que a sus 45 años de profesor suma cinco como alumno, reconoció haber tenido «una vida profesional y familiar plenamente gratificante», apoyada siempre en «mi queridísima esposa Nieves (de Pablos)», a la que prometió compensar por las «largas horas de estudio y dedicación a la Laboral, que salieron a expensas de robárselas a la vida familiar». Como último deseo, dedicado a sus compañeros, pidió que «las autoridades educativas pasen de las promesas a los hechos y os doten del equipamiento y la motivación económica y profesional necesaria para que vuestro trabajo se desarrolle con la ilusión y la eficacia que queremos». «Este acto es un orgullo para la familia pero es que, además, creemos que lo merece. Porque su dedicación a su profesión, siempre con ánimo de mejorar, ha sido total», decían desde un rincón sus hijos, Diego y Jorge Murall. El reconocimiento era unánime. «Sólo estamos haciendo lo que le tocaba haber hecho el Ministerio de Trabajo, que debería haber atendido la masiva petición de una medalla de oro al trabajo para Murall», concluyó el profesor Emilio Goñi. Compensó con creces.

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